Pedro Calaza | Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Galicia
Desde un prisma etimológico, el término pandemia proviene del griego pándēmos y significa “que afecta a todo el pueblo”, (pan:todo+demos: pueblo). Últimamente este vocablo es muy conocido por todos dada la desastrosa incidencia de la COVID19, que ha condicionado nuestras vidas, mutilado nuestras libertades más íntimas y afectado a toda la población. Se trata de un problema global y es, por tanto, un problema de todos.
De la misma forma, la despoblación y el despoblamiento rural es también un “problema de todos”, habida cuenta de las repercusiones globales que tiene, especialmente en el marco de la gestión del territorio. Por su parte, sabemos que en España, la despoblación es uno de los retos demográficos más importantes que afronta la sociedad, de hecho una gran parte de las áreas rurales se caracterizan por tener saldos negativos. De forma análoga el despoblamiento es otro reto, pero en este caso territorial, sabemos que en gran parte de las áreas rurales españolas es probablemente irreversible, ello se basa en que nuestro sistema de poblamiento se fue configurando con la ocupación musulmana, la Reconquista y la “repoblación”. Se conformó así un sistema de ocupación y uso del territorio que perdura hoy en día y que no se ha conjugado con los avances tecnológicos, especialmente con el transporte. No obstante, es curioso, pero la pandemia podría representar una oportunidad para activar la vida en el campo, aprovechando entre otras cosas los avances en telecomunicación y a su vez, la vida en el campo podría minimizar la pandemia
Recordemos que sobre el 90% de los afectados a nivel mundial viven en las ciudades, donde a la postre reside el 54% de la población mundial, en España, más del 80%. Las ciudades son el epicentro de la pandemia y están sufriendo sus peores consecuencias, con sistemas de salud sobrecargados, servicios de agua y saneamiento inadecuados y otros graves problemas.
La pandemia ha revivido y potenciado la opción de irse a vivir a zonas rurales, no sólo para huir de entornos urbanos grises y masificados, buscando contacto con la naturaleza en base a la Biofilia, sino también como forma de vida y de buscar ingresos económicos alternativos. En este sentido, la demanda de viviendas en medios rurales ha aumentado de forma desorbitada durante este último año, una demanda fortalecida por la posibilidad de trabajar a distancia gracias a la tecnología y también por acentuar la implantación de empresas de diferentes tipos. Obviamente, entre ellas están las vinculadas a la agricultura, la ganadería y al sector de transformación de sus productos. Se abre pues un campo de oportunidades para luchar contra el despoblamiento rural y recuperar la economía agraria, con la consiguiente mejora de la calidad de vida.
En este sentido, la pandemia activa su propio control, dado que la vida en medio rural minimizará el índice de contagios… no obstante, hay que reflexionar y hacer bien las cosas de forma que no sea una opción pasajera como en el pasado y perdamos la oportunidad.
Creo que nos encontramos en un momento interesante para la mejora integral en la gestión del territorio y la demografía, potenciando la implantación de explotaciones, de empresas, de industrias y anclar la población en el rural, aparte de aquellos que puedan trabajar a distancia. Pero debemos hacerlo bien, con reflexión, con coherencia, con planificación, con ingeniería, y precisamente la nuestra, la ingeniería agronómica, si cabe más humanística, puede ofrecer su conocimiento, ideas, planteamientos, experiencias y apoyar de forma coordinada a buscar soluciones al despoblamiento y a la despoblación.
En definitiva, de un problema puede surgir una oportunidad, por tanto, señores, sigamos el camino de San Isidro e ingeniemos soluciones.